Formular preguntas abiertas bien estructuradas es importante, ya que ayudan a obtener opiniones y perspectivas meditadas, fruto de la reflexión individual o en grupos. Por suerte, es una habilidad que cualquiera puede desarrollar, sobre todo los líderes que buscan crear una cultura abierta que se centre tanto en el coaching como en el apoyo.
Las preguntas abiertas no se limitan a buscar respuestas sencillas, sino que ofrecen a los empleados, estudiantes, compañeros o a cualquier otra persona la oportunidad de profundizar en sus respuestas y expresar lo que realmente piensan.
Las preguntas abiertas empiezan con "¿por qué?", "¿cómo?" y "¿qué?". Requieren desarrollar la respuesta, en lugar del simple "sí" o "no" que suele responderse a una pregunta cerrada.
Estas preguntas no solo están diseñadas para obtener una respuesta más larga y detallada, sino que, además, requieren que la persona que responde dedique tiempo a reflexionar sobre lo que se le pregunta y lo que quiere decir.
Dicho de otro modo: las preguntas abiertas sirven para recabar ideas y no solo respuestas.
Estos dos tipos de preguntas funcionan bien cuando se combinan; no todas las preguntas necesitan una respuesta larga y detallada, mientras que otras no requieren mucho pensamiento ni reflexión.
Las preguntas cerradas tienen, como hemos dicho, una respuesta de "sí" o "no". También pueden ofrecer una serie de respuestas predeterminadas (opciones A, B, C, por ejemplo). En resumen:
Preguntas abiertas
Preguntas cerradas
Bien, ahora que sabemos exactamente qué es una pregunta abierta y qué no lo es, veamos qué distingue a una buena pregunta.
Mostrar un interés genuino por la respuesta y una curiosidad legítima te ayudará a crear preguntas abiertas que tengan sentido y te permitan alcanzar tu objetivo u obtener la información que necesitas. Cuando redactes tus preguntas, dedica tiempo a pensar en lo que te gustaría saber de las personas a las que van dirigidas.
Por lo general, las que empiezan por "qué" son buenas preguntas abiertas sin prejuicios. Por ejemplo, "¿Qué te ha parecido el taller de hoy?" o "¿Sobre qué te gustaría aprender más?" permiten responder sin dejarse influir por la persona que formula la pregunta.
En estos dos ejemplos también se usan verbos que se centran en los pensamientos y emociones de las personas: "parecer" y "gustar". Esa puede ser una buena forma de estructurar las preguntas abiertas, ya que este tipo de verbos obliga a responder de forma más reflexiva. Otros verbos que funcionan bien en este contexto son "querer", "creer" y "sentir".
Consejo Pro: Aunque las preguntas "por qué" son abiertas, a menudo pueden desencadenar una respuesta defensiva. Por ejemplo, "¿Por qué has hecho eso?" suena acusatorio, mientras que "¿En qué te has basado para tomar esa decisión?" no parece tan agresivo.
Lo mejor de las preguntas abiertas es que se pueden utilizar con la misma eficacia tanto en un cuestionario en directo como cuando se incluyen como parte de una encuesta en diferido. Al incluirlas en una encuesta, podrás obtener buena información de base para saber por qué las respuestas son como son y por qué pueden aparecer tendencias.
Como hemos dicho, funcionan mejor cuando la intención es que el público o el grupo reflexione a fondo sobre un tema o asunto determinado. Pueden ser muy útiles para iniciar un debate o un análisis, o para obtener una respuesta y pedir a los demás que la amplíen. Las preguntas abiertas son, por tanto, una excelente forma de fomentar la participación y la interacción.
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